Un reciente estudio de la NASA dio a conocer que la Tierra está más verde que hace 20 años. Si bien puede ser una buena noticia para la humanidad, este cambio no sería un buen síntoma.
La conclusión de que la Tierra posee más vegetación fue posible gracias a las fotos tomadas con el espectrorradiómetro de imágenes de resolución moderada (MODIS), una herramienta satelital que dejó a los científicos hacer un seguimiento de la evolución de la vegetación en el planeta Tierra.
Según la NASA, este proceso de reverdecimiento fue posible gracias a la plantación de árboles y a la práctica intensiva de la agricultura en países como China e India. Además, la investigación reveló que el incremento total de la flora en las últimas dos décadas equivalen al área cubierta por todo el Amazonas.
Chi Chen, director del estudio, dijo: “China e India representan un tercio del reverdecimiento observado, pero contienen solo el 9 por ciento de la superficie terrestre del planeta cubierta de vegetación”.
Explicó que la gran contribución de los países orientales en este proceso proviene en gran medida de los programas para conservar y expandir los bosques y la agricultura, implementados en ambas naciones con el objetivo de reducir los efectos de la erosión del suelo, la contaminación del aire y el cambio climático.
La NASA resaltó que el aumento de la masa verde a nivel mundial no compensa el daño causado por la pérdida de vegetación natural en regiones tropicales como Brasil e Indonesia.
Por otra parte:
La ciencia ha comprobado que el aumento del CO2 ha provocado un crecimiento de las plantas que lo absorben, aunque sea de forma temporal y no contribuye a prevenir los efectos del cambio climático.
Con anterioridad a este estudio de la NASA, hace un año se publicaron los resultados del trabajo de un equipo internacional de científicos, liderado por Ranga Myneni de la Universidad de Boston, quien, después de analizar 33 años de datos satelitales descubrió que la Tierra se había vuelto significativamente más verde debido a los crecientes niveles de dióxido de carbono. De esta manera, si bien la NASA y el equipo de la Universidad de Boston hicieron la misma observación, con la misma metodología, las conclusiones sobre las causas son dispares.
El efecto greening
El proceso, llamado ‘greening’ o efecto fertilizador del carbono, depende del hecho de que las hojas absorben CO2 del aire durante la fotosíntesis, por tanto, con mayores niveles de carbono en la atmósfera, las plantas crecen más rápido, especialmente en los climas cálidos.
Los árboles tienen más hojas
Otro estudio recientemente publicado por la revista Science, obra de un equipo de investigadores de la European Commission Joint Research Centre (Jrc), establece que el área foliar (una medida que determina la cantidad de hojas por unidad de área de suelo) se ha incrementado de manera significativa a nivel mundial en los últimos treinta años, un fenómeno que ha contribuido progresivamente al sobrecalentamiento de las zonas boreales y al enfriamiento de las zonas semiáridas.
Cabe destacar una vez más que el aumento de área foliar se observó sólo en áreas ya cubiertas de vegetación y no en zonas desérticas que, en cambio, llevan mucho tiempo en fase de expansión. Los científicos evaluaron la absorción de determinadas longitudes de onda de la luz solar por parte de las plantas. De esta manera pudieron estimar la cantidad de hojas presentes a nivel del suelo y entender cómo ésta esté relacionada con las variaciones de temperatura.
El Índice de área foliar (LAI), resultò en aumento en casi todas las regiones del mundo, a excepción de algunas pequeñas áreas en las latitudes más septentrionales. Las causas son, precisamente, el aumento de C02, que representa una especie de combustible para las plantas, pero también el uso de fertilizantes y el mismo cambio climático, ya que las variaciones de temperaturas y precipitaciones tienen repercusiones sobre la flora.
Más calor y más frío

Giovanni Forzieri, entre los autores de la investigación, considera que “el aumento general del LAI ha impulsado respuestas contratantes en los diversos climas regionales: en algunas áreas se ha producido un efecto de calentamiento, en otras, el efecto contrario. En particular, hemos observado un aumento de la temperatura de casi un grado y medio en las zonas boreales, las más frías, en los últimos treinta años”.
La razón radica en que, con un mayor número de hojas, el suelo se vuelve más oscuro (técnicamente, disminuye el albedo, la cantidad de luz reflejada) y tiende a absorber más energía solar, lo que conduce a un sobrecalentamiento. Por otra parte, en las zonas semiáridas ocurrió el fenómeno contrario y se ha observado un enfriamiento de aproximadamente un grado y medio, debido principalmente a la evapotranspiración, el mecanismo por el cual las hojas disipan el calor en el aire soltando agua.
Además, los científicos observaron que estos efectos se amplifican hasta cinco veces en condiciones extremas, es decir, durante años de sequía intensa, calor o cantidad de precipitaciones inusuales. “En la actualidad, las negociaciones sobre el clima no tienen en cuenta estos aspectos biofísicos del suelo”, explica Forzieri. “Nuestros resultados muestran, sin embargo, que se trata de efectos importantes y significativos y por lo tanto deberían integrarse en el debate y en la elaboración de las directrices futuras.”