Sexto Wimbledon y la conquista del Grand Slam a “sólo” un US Open de distancia: la estadounidense Serena Williams venció hoy con un juego errático y desconcertante 6-4 y 6-4 a la española Garbiñe Muguruza para reinar una vez más sobre el césped del All England Club y marcar nuevos hitos en el tenis.
Williams, de 33 años, está buscando igualar a la alemana Steffi Graf, que en 1988 fue la última mujer en completar el Grand Slam, la conquista de los cuatro grandes torneos en una misma temporada.
Su título de hoy es además el vigésimo primero que gana de Grand Slam, sólo uno menos que los 22 de Graf, récord para la era profesional. Con 33 años y 289 días de edad, Williams es la campeona de un grande más veterana de la era abierta del tenis.
“Me siento tan bien teniendo este trofeo.”, dijo una sonriente Williams con el tradicional plato dorado en las manos.
“¡Garbiñe, no estés triste!”, añadió la número uno del mundo. “Vas a tener este trofeo muy, muy pronto”.
Antes de las sonrisas hubo un partido por momentos sorprendente. En una soleada tarde de verano en Londres, la menor de las Williams desconcertó con su inicio al abrir su juego de saque con una doble falta, sumar otras dos en ese game y encontrarse instantes más tarde 2-0 abajo.
Muguruza, que desde el lunes será la número nueve del mundo, era lo contrario. Los 21 años y su inexperiencia en grandes finales no la afectaron. Así fue que se adelantó 4-2 a fuerza de grandes servicios y potentes derechas y reveses a las que Williams no llegaba o lo hacía sin poder controlar sus tiros. Lo que pocos esperaban se estaba dando: Muguruza pegaba, disfrutaba y mandaba en el escenario más importante del tenis mundial.
Hasta que la española exhibió fisuras en su juego precisamente cuando estaba lanzada a la conquista del primer set. Sacando 3-4, quedó 15-40 y salvó un break point con un ace, pero no el siguiente. El partido cambió, la estadounidense sumó cinco juegos consecutivos a lo largo de 20 minutos de control total del juego y Muguruza, que soñaba con la hazaña, se encontró casi en un abrir y cerrar de ojos 6-4 y 1-0 abajo.
El segundo set fue ya más irregular, con Serena jugando mal -los 12 aces y ocho doble faltas a lo largo de la final confirman su irregularidad- y pese a todo convertida en dueña del partido. La estadounidense se adelantó 5-1, la final parecía terminada y Muguruza volvió a mostrar que no se asusta. Luchó, apretó el puño, volvió a pegarle con rabia a la pelota y quebró a Serena en dos servicios consecutivos hasta quedar 4-5 y su saque. El All England la saludó con una ovación de pie. Quizás la tarde no estaba terminada, quizás había algo más que ver.
No, ya era suficiente. Williams le pagó con la misma moneda a Muguruza, que entregó su saque en cero. No era su día, era, una vez más, el de Serena, que en el mismo momento en que le daba un cálido abrazo a su rival junto a la red celebrando un nuevo título de campeona en Londres tenía ya puesta la vista en el de Nueva York.
“Hubo algo de presión, sin dudas, en ese final y con Garbiñe jugando tan bien”, admitiría Williams, que tras el punto final no celebró con la euforia esperable.
“Ni siquiera sabía que había terminado, pensé que había que jugar otro game”, dijo Serena entre risas. Muguruza, feliz pese a haber llorado tras la derrota, dejó las cosas claras en su discurso durante la entrega de premios: “Quiero felicitar a Serena, una vez más mostrándonos que es la número uno”.