A los 35 años, el Nº1 reconoce que su retiro está cerca, pero disfruta de su presente después de superar varias tormentas.
La salida del vestuario está custodiada. A un lado de la reja que oficia de separador entre el vestuario y los hinchas acreditados con una credencial (así es la modalidad para acceder a sus ídolos), un guardia de vigilancia intenta impedir que los jugadores de Racing sean asediados. Sebastián Saja es uno de los últimos en salir. En realidad, el arquero es el anteúltimo. Adentro aún se encuentra Diego Milito y tiene para un rato más.
El uno de la Academia, con una seña, pide unos minutos más. El reloj marca las 13.30 y el sol de otoño aún se hace sentir. Un pibe de no más de seis años le solicita una fotografía. Saja lo arropa entre sus brazos y el padre le cumple el sueño. Da unos pasos más y una madre lo aborda y lo empieza a filmar junto a su hija que cumple 15 años. Un abrazo, un saludo y un beso bastan para satisfacer la demanda. Esta situación se repite cada vez que Racing se entrena en el Cilindro. Y Saja, uno de los líderes positivos del equipo de Diego Cocca, lo vive como una parte más de su trabajo.
Acomodado en la platea A, atiende su celular y le explica a un amigo que lo aguarde unos instantes que debe otorgar otra entrevista. “La gente nos viene a ver y nos espera muchas horas. Entender que debemos saludarlos forma parte de nuestro laburo. No hacerlo sería muy descortés”, explica. Y agrega: “Es como las entrevistas. Por más que no le gusten, el jugador debe saber que su trabajo no se da sólo en la cancha. La exposición es tal que debemos adaptarnos. Para todo, hay un momento. Para entrenar, para jugar, para atender a los hinchas y a la prensa. Y, también para la familia que en definitiva es la que más sufre por la distancia que hay durante el año”.
Pasado mañana, por los cuartos de final, Racing se enfrenta con Guaraní, en Asunción, rival con el que compartió la etapa de grupos. Derrota 0-2 en Paraguay y victoria 4-1 en Avellaneda. “Será otro partido. Lo que pasó puede servir para pensar y saber ante qué rival nos vamos a enfrentar, pero por cuartos de final cambia todo”, dice Saja.
-Llegaron hasta cuartos de final de la Libertadores después de 18 años, ¿cómo hacer para no conformarse e ir por más?
-Pensando en todo lo que nos costó llegar hasta acá. Que nada de lo que está viviendo Racing vino de regalo. Esa es parte de nuestra esencia. No regalar nada y pelear con buenas armas para tratar de pasar la serie. Ellos saben a qué juegan. Se cierran bien, se defienden bien. Ya los enfrentamos en la fase de grupos y no me sorprendió para nada que eliminara a Corinthians. En el fútbol sudamericano ya no existen los favoritos.
-Esta Copa es muy especial para el grupo y vos. Tu contrato vence en junio de 2016. ¿Se piensa en el momento del retiro?
-Naturalmente uno entiende que le queda poco. Tengo 35 años y soy un convencido que el fútbol es presente. Pero que no me veo jugando muchos más años. No creo que haya Saja por mucho más tiempo, sino que estoy cerca del retiro. Soy consciente que estoy en la etapa final de mi carrera. Sé que hasta ahí voy a jugar. Después deberé evaluar mi presente y mi condición física para saber si sigo o no. La exigencia en Racing es muy importante y se vive día a día. Ya llevo cuatro años en el club y es un período grande, pero ese 14 de diciembre de 2014 (día en el que Racing venció a Godoy Cruz y se consagró campeón) le dio un sentido a todo el esfuerzo.
-El año pasado te recibiste de entrenador, ¿compartís con Cocca tus pensamientos?
-Uno respeta el lugar del entrenador. Él es quien decide y define. Uno puede aportar su mirada y generar una crítica constructiva. Esa función es aceptable. Es algo que cada día me gusta más y cada día le presto más atención. Para eso me tengo que preparar. Veo partidos, muchos partidos. Para lo único que prendo la tele es para ver fútbol, para ver partidos porque es lo que me apasiona. Lo de entrenador es lo más cerca que uno puede llegar a estar para no extrañar tanto al jugador. Uno se prepara para ese momento. Soy pragmático y pienso en eso. Hay que prepararse para estar mucho tiempo desocupado.
-Hablás de desgaste y surge inmediatamente aquella bandera en desagravio hacia vos en el partido ante Belgrano. ¿Pensaste en el por qué o para qué seguir adelante? Porque en la Argentina el fútbol se tamiza todo por el resultado.
-La sociedad en sí es resultadista. Somos resultadistas y me incluyo.
-¿Qué nos llevó a ser tan resultadistas?
-Eh. [hace una pausa larga] creo que el ser humano es así. Lo único que vale acá es ganar. Y todos somos un poco así. En el fútbol, sino en la vida. Tal vez, un poco, se dio una pérdida de valores. Pero más que enojarme o que esas cosas me saquen fuerza, trato de pensar en quienes me apoyaron. Pero más que una bandera en apoyo, uno busca salir a flote de los malos momentos desde la ayuda de los suyos.
-Como dice Bielsa, la victoria es deformante y no es tan constructiva como parece.
-No, lógico que no. Uno aprende más en la derrota que en la victoria. Es así. Lo que puedan decir de uno molesta por la familia, no por uno mismo porque te acostumbrás a convivir con estas cosas en el fútbol. Siempre tuve en claro mis objetivos para buscar lo que quería.
-¿Qué ganaste y qué perdiste al decidir venir a Racing?
-Perdí un poco de tranquilidad por lo que implica jugar en el fútbol argentino. Gané mucho. En Racing logré algo que no me había pasado en San Lorenzo que es el reconocimiento de otros hinchas. En San Lorenzo creo que fui reconocido pero sólo por el hincha de San Lorenzo. Acá, en Racing, se dio que uno está más maduro, más grande y tiene otro comportamiento. En Racing, tal vez, gané el reconocimiento de hinchas de otros equipos. Me encuentro con hinchas que me dicen que antes me puteaban y ahora me paran para felicitarme en la calle. salvo que me pidan que no ataje bien cuando juguemos contra su equipo [se ríe]. Y eso es lindo porque te permite sentir un poco el termómetro de la calle. No con el hincha de Independiente. Pero sí con el de River o Boca.
Por Damián Cáceres | Para canchallena.com