¿Por qué el Real Madrid gana siempre?

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Suena aburrido y monótono leer que el Real Madrid le sumó un nuevo título a su vitrina, eso es cosa de todos los años y éste no fue la excepción. El Real Madrid lo hizo de nuevo, consiguió quedarse con la supercopa que reúne en 180 minutos (a ida y vuelta) al último campeón de la liga española y al último vencedor de la copa del rey.

Es imposible responder la pregunta que titula este texto, si se ignora la capacidad y la sabiduría de la dirigencia blanca para fichar jugadores de gran calidad a muy buen precio, y que son de gran utilidad para el equipo.

Adentro del campo de juego el equipo merengue, cada vez que juega, genera la sensación de que va a ganar, el vocabulario es insuficiente y escaso para justificar esa percepción tan intangible. Sólo basta con mirar un partido y sacar conclusiones.

El equipo en sí, no cuenta con un jugador indescifrable para los defensores, ni el juego vistoso de los equipos de Guardiola. Se compone de un arquero muy seguro, centrales sólidos, laterales que atacan como delanteros, un medio campo que entrega la pelota siempre en tiempo y forma, delanteros letales y un banco plagado de jugadores que podrían ser titulares en cualquier otro equipo del mundo.

Párrafo aparte merece su entrenador Zinedine Zidane, digno de un temple inigualable y una firmeza en las decisiones inapelable. Tiene la capacidad de mantener la calidad del equipo y el estilo de juego más allá de los nombres propios, bien puede dejar descansando las estrellas y jugar con suplentes, como lo dejó demostrado en esta final con las ausencias de Cristiano Ronaldo, Casemiro ingresando desde el banco con el partido acabado e Isco fuera de la cancha.

Es curioso que un equipo tan práctico en su metodología de juego haya conseguido 3 de las últimas 4 copas de campeones, en una época donde prima el gusto por el “buen fútbol”, donde el que no intenta mantener la posesión hasta las últimas consecuencias, es un anti-juego.

El Real Madrid hace algunos años muestra, a través de su juego, que no todo es blanco o negro, que no todo es Bilardo o Menotti, que cuando conviene hay que tenerla y tratarla con cuidado, y cuando no, hay que reventarla. La pelota no se enoja porque la pateen fuerte, tampoco quema tenerla en los pies.