Cícero marcó el 1-0 en el primer capítulo de la definición; el Granate debe ganar por el mismo resultado para forzar los penales o por dos tantos en el desquite del miércoles próximo.
Nada que Lanús no conozca. Derrota de visitante y la misión de remontar en la Fortaleza. Ya le pasó contra San Lorenzo y River, y ahora le tocará ante este Gremio que no demostró ser muy superior con todo el clima a favor en el imponente Arena Gremio.
La definición sigue igual de abierta, pero eso no le quita una mueca de fastidio e insatisfacción a Lanús, porque se vio en desventaja a ocho minutos del final, cuando su rival nunca se lo llevó por delante, si bien en el segundo tiempo fue superior y Grohe pasó a ser un espectador inactivo. Pagó caro Lanús una mínima desatención de una defensa que había estado muy concentrada y segura. El centro cayó entre dos centrales que no atinaron a achicar y el cabezazo de Cícero tomó medio desarmado a Andrada. Con el 1-0 hubo una explosión en un estadio que se consumía por los nervios
Como si le sobrara oficio en finales. Así fue el primer tiempo de Lanús. Sobrio, compacto, tranquilo, sin verse sobrepasado por el rival ni por el ambiente. Se agrupó bien y no despreció la pelota. Lo fue poniendo nervioso a un Gremio que caía en el embudo granate cuando se aproximaba al área. Los hinchas y el equipo brasileño se ofuscaron con el árbitro por supuestas faltas no sancionadas. Era un síntoma de impotencia, de no tener recursos para romper el aceitado bloqueo visitante.
De alguna manera, Lanús repitió el planteo del Monumental, con Silva y Acosta retrocediendo por los laterales, con Pasquini y Román Martínez metidos de interiores, con lo cual quedaba conformada una línea de cinco delante de la defensa.
Salvo por la versatilidad de Arthur para girar y cambiar continuamente el perfil en la salida desde el círculo central, Lanús no tuvo inconvenientes para neutralizar a Gremio. No desequilibraba el goleador Luan y Barrios quedaba a la sombra de García Guerreño y Braghieri. Gremio apenas llegaba con algún centro previsible, fácilmente controlable para Andrada, que sin embargo se complicó con un par de salidas con el pie. Casi que ahí estuvieron las únicas situaciones de gol de Gremio.
De a poco, Lanús se fue animando. La cita no era tan fiera como podían pintarla. En buena parte por mérito propio. Y así se fue encontrando con uno de sus rasgos como equipo: el toque, la circulación, el juego asociado. Por esa vía exigió dos atajadas de Grohe, el arquero que lleva 15 años en Gremio y que en la semifinal ante Barcelona protagonizó ante el argentino Nahuelpan la tapada de la copa. Bueno, el cabezazo que le desvió a Braghieri está en esa misma línea. Impresionante los reflejos para arrojarse abajo sobre su izquierda.
Un duelo de gladiadores establecieron Kannemann y Sand. Cuando el zaguero argentino -recibió la segunda amarilla por empujarse con Braghieri y no estará en la revancha- no lo anticipó, el N° 9 cumplió con su función de pivote que aguanta la pelota para esperar la llegada de los que vienen de atrás. Faltaba en ataque el aporte del Laucha Acosta, que no podía imponerse en el mano a mano. Silva, del otro lado, con más criterio se integraba mejor en el armado de las jugadas.
Gremio presionó más en el segundo tiempo. Lanús empezó a pasar algunos sofocones, con un remate de media distancia de Luan que exigió una muy buena atajada de Andrada y un cabezazo de Jailson apenas desviado. Renato Portaluppi, que no paraba de agitarse por la falta de profundidad de su equipo, hizo tres cambios ofensivos en un cuarto de hora. Amonestado Velázquez y el con el peso del desarrollo sobre sus 37 años, Almirón hizo lo de tantas veces: ingresó Aguirre y Pasquini retrocedió al lateral. Lanús es previsible, se entiende de memoria y eso lo hace fiable.
El gol rompió el partido en el mal sentido. Volvieron las trifulcas típicas de copa, el árbitro Bascuñan no ayudó a que todo se encarrilara. En ese descontrol, Lanús recibió otro golpe, la amarilla de Braghieri, que lo saca del desquite en la Fortaleza. De visitante, Lanús lleva 323 minutos sin convertir. Le cuesta afuera, se queda corto. Necesitará imbuirse del espíritu que lo levantó ante San Lorenzo y River para que no se le rompa el sueño de campeón.
Gol de Gremio
Fuente: La Nación