Tal vez una mera casualidad, en el día que en B° Jardín Vuelven a las prácticas, se cumple un años mas de aquella tarde en Floresta.
Son las 15:00 hs. de un domingo 5 de junio del 2016. La tarde en la Capital Federal de nuestro país es fría, el viento no deja de molestar. La cita es en el estadio Malvinas Argentinas, en el barrio de Floresta, donde hace de local el Club All Boys, colores blanco y negro.
En la tribuna observó a los hinchas del local, abrigados y tapados con bufandas que le dan dos vueltas al cuello. Esto confirma que en la Capital esta frió o esa sensación me dejó al ver la televisión.
Yo estoy muy cómodo en Córdoba, sentado en el sofá de un amigo, luego de degustar un asado aquel acontecimiento. Quedamos tres personas solas en una casa, el resto huyó, previendo lo que podía suceder.
¿Que podía suceder? Talleres de Córdoba podría retornar a la división de élite del fútbol argentino. Doce largos años lo separaron, entre infiernos de torneos semi-profesionales y segunda categoría. Al fin la mitad del pueblo fútbolero de Córdoba, dejaría de penar por ir a canchas impropias de tanta grandeza. De tratos desvergonzado por las fuerzas del orden, al fin estaba cerca la primera división.
En la transmisión, un porteño periodista anuncia:
“Guido Herrera; Ivo Chaves, Juan Komar, Carlos Quintana, David Achucarro; Rodrigo Burgos, Pablo Guiñazú, Ezequiel Barrionuevo; Victorio Ramis, Gonzalo Klusener y Nazareno Solís. El entrenador es Frank Kudelka”.
Pita Pezzota y arranca. El juego transcurre con mucho cuidado, nadie ataca, nadie lastima. Uno no quiere descuidar su cómodo primer puesto, el otro pena por no descender a la metropolitana tercera división.
La única emoción es la expulsión del paraguayo Burgos a los 41 minutos del primer tiempo. Barrionuevo queda junto a Guiñazu y deben tomar la mitad de la cancha solos. En que mente cabría imaginar lo que el destino le tenía preparado al Cholo.
Segunda mitad y el marcador sigue en cero, el resultado no le alcanza para ascender ese día ya que en el Partido de San Martín, provincia de Buenos Aires, Chacarita golea a Independiente Rivadavia y amenaza con quitarle el título.
Diez minutos para el final del cotejo, el “Rooney” argentino Lesmán condena a la “T” con un tiro que termina en las redes, luego de un rebote al medio del Gran Herrera. La cabeza de los hinchas entra en confusión ¿”Y ahora”?, esboza mi amigo. “Tranquilos, Kudelka mete a Bebelo y algo va a pasar” les digo yo.
Reynoso pisa el campo de juego, toca su primer pelota, un dribleo y con la mágica zurda junto al cachete externo de su botín, cruza un pase filtrado para Klusener que solo debe rematar frente al arco, ante un perplejo arquero albo.
Solo faltan segundos para terminar el partido, todo indica que el empate deja conforme a todos y listo a definir en el Kempes. Kluse gana un lateral. El salteñito Ivo Chaves toma carrera desde atrás de la linea de cal. Lanza al área y vuela la pelota.
Gonzalo quiere atrapar ese misil pero lo único que logra es que rebote y caiga en los pies del “Cholo” Guiñazu. El supo decir “no le pego nunca pero esa vez sentí que tenía que hacerlo”. Para que vamos a seguir, tenía razón, el balón sale despedido desde su pierna izquierda, se levanta y va tomando vuelo, comba, se abre y como un puño seco entra en el angulo derecho del arquero.
Festejo, montañas de jugadores, final del partido y el mas veterano del plantel subido en los hombros, a las lagrimas cual niño o niña cuando llora, de todos los protagonistas. La capa de héroe era poco, para alguien que tenia hacia rato el deseo de jugar en Talleres.
En la zona de Argüello tres amigos se abrazaban, lloraban y gritaban a toda la cuadra Viracocha lo que acababa de suceder. Como dije, uno de esos era yo.