Verónica Brunatti, quien se desempeña en el diario Marca y perdió a su marido durante la Copa del Mundo, publicó en ese medio de comunicación un emotivo texto.
Más allá del resultado deportivo conseguido por nuestra selección, hubo dos hechos que marcaron al periodismo argentino durante el Mundial. Uno de ellos fue el fallecimiento de la hija del reconocido cronista Tití Fernández. El otro, quedó marcado por el deceso de Jorge “Topo” López, quien viajaba en taxi y fue impactado por un vehículo con delincuentes que escapaban de la policía.
El dolor en el ámbito de los medios de comunicación se hizo sentir y quien más lo padeció fue Veronica, su mujer, que puso expresarlo a través de una publicación en el diario español Marca.
Carta completa:
“”Un Mundial no vale una vida
Ningún Mundial vale dejarse la vida. ¿Pero cómo se lo explicamos a los que no son periodistas? Estoy en un restaurante del centro de Buenos Aires. En el Tradicional Palacio de la Papafrita, uno del microcentro porteño. Con mozos que llevan pajarita negra. Afuera es todo celeste y blanco. Las imágenes de Messi en todas partes. Hasta en el Obelisco. Ni lo podrías imaginar, Topo. Vos que soñabas verlo querido por el pueblo argentino. Ahora sí se adueñaron de Leo. La cobertura del Mundial terminó para mí con tu muerte. Pero no el fútbol. Ni la ilusión de ver a Argentina campéon. Era lo que soñaste. Ver a Leo levantar la Copa del Mundo. Me aferré a eso. Ayer fue el día más difícil de mi vida. Yo te amaba con locura. Éramos uno. Te fuiste el día que me hiciste mamá. Un 9 de julio. Y te recuerdo llorando con Agustín en tus brazos. Y Ahora estoy sola con él y Lucia. Te escucho todavía llamándome amore. Contándome cual será tu próxima entrevista. Tu próximo artículo. Y no sé como explicarles a nuestros hijos que jamás volverás.
Hoy quiero estar aquí, con mi amigo Matallanas y con Ruben Cano viendo el partido. Y mientras la gente grita el “Brasil decime que se siente”. Yo siento que debería estar en el Maracaná. Estuve allí con vos el partido contra Bosnia. Y antes de subir a la zona de prensa tuve la suerte de escuchar tu mejor narración para radio La Red. Estabas frente a una puerta. Y había mucha seguridad de FIFA. Pero el oyente seguro que se creyó que estabas ingresando junto a Messi al campo de juego. “Ahí viene. Es él. El Diez de la Argentina. Es Lionel Messi. ¿De qué planeta viniste crack? Es argentino. Rompelaaaaa. Rompelaaa todaaaa. Rompela con tu zurda. Con tu zurda pateamos cuarenta millones de Argentinos. Vamos Leo. Vamos. Vamos a ser campeones en Brasil”. No sé si fue así. Pero así lo recuerdo. Y me emocionó tanto. Pensé, sos el mejor con la pluma y lograste superar esa barrera tan difícil que es relatar en radio”.
Van dos minutos e Higuaín acaba de intentar un remate. Alemania no sabe lo que le espera. Argentina está jugando con doce jugadores. Y yo te veo allí, como cada transmisión. Sentado junto a Feno Tartaglia. Vestido por cábala con camisa negra y pantalón chupín gris. Un tiro de los germanos, y nos salva el palo una vez más. Si el Papá estaba en el derecho, tu estabas en el izquierdo. El segundo tiempo, tampoco Alemania nos doblegó. Y el alargue. Maldito alargue. Argentina llegaba mereciendo ser campéon. Los muchachos lo habían dado todo. Y Messi, tu Leo no tuvo la condecoración esperada. Ya no es necesario que eludas los controles de FIFA para ingresar al campo de juego a abrazar a Leo como me habías amenazado, aunque fueras preso.
O tal vez sí. Porque es más difícil abrazar en las derrotas que en las victorias. A mi me abrazaron todos los amigos y los colegas que te querían en la derrota más importante de mi vida. Perderte a vos fue más que perder un Mundial. Fue perder a mi amor, al hombre con que iba a envejecer. Fue perder al padre de Agus, Lucía y Lara. Y hoy el futuro es una página en blanco.
¿Pero sabés qué? Descubrí algo. No te igualaré nunca porque eras el mejor. Pero si estoy aquí es porque sentía el periodismo igual que vos. Como la vida misma. Y viviré para contar las historias que vos hubieras contado. Y para mostrarles a Agustín y a Lucía el camino.”