Las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) tendrán un costo aproximado de $4.500 millones pero lo paradójico es que no habrá interna en la categoría de candidatos presidenciales.
Ni Mauricio Macri Juntos por el Cambio), ni Alberto Fernández (Frente de Todos) ni Roberto Lavagna (Consenso Federal 2030), los tres principales aspirantes a la presidencia, tendrán oponentes internos en agosto. Tampoco las fuerzas que les siguen a la zaga.
De esta manera, se prevé que el proceso electoral de carácter obligatorio terminará siendo una suerte de “gran encuesta nacional”, al menos en la categoría presidencial. No se descarta que, en la categoría legislativa, algún frente político compita en las PASO para definir sus listas al Congreso.
La magnitud de este costo desató una vez más la polémica sobre la pertinencia de realizar las elecciones primarias. “El Gobierno no las puede suspender; para ello es necesario que el Congreso sancione una ley”, aclaran en la Casa Rosada.
Quienes defienden esta herramienta sostienen que, aunque no haya competencia, las elecciones primarias sirven para ordenar la oferta electoral. En efecto, solo los partidos que superen el umbral del 1,5% del total de los votos podrán competir en la siguiente instancia, es decir, la primera vuelta electoral, que se celebrará el 27 de octubre.
Desde que se aprobó la ley de primarias, en 2009, esta será la segunda vez que no habrá competencia en la categoría presidencial. El primer antecedente fueron los comicios presidenciales de 2011: los principales candidatos -Cristina Kirchner (Frente para la Victoria), Hermes Binner (Frente Progresista), Ricardo Alfonsín (Unión para el Desarrollo Social) y Elisa Carrió (Coalición Cívica)- no tuvieron contendientes internos.
En 2015 no sucedió lo mismo: tanto Cambiemos como la coalición UNA dirimieron sus candidatos presidenciales en elecciones internas. El Frente para la Victoria las utilizó en la provincia de Buenos Aires, para gobernador.