Administrar los recursos cuando éstos son muy escasos es todo un desafío. No solo el capital económico debe ser gestionado con mucho esmero, sino también y sobre todo, los recursos ecológicos.
Uno de ellos y el fundamental limitante de la producción, es el agua. Éste a su vez está estrechamente relacionado con el suelo y las labores que en él se realizan.
Los pronósticos climáticos prevén un año neutro con lluvias irregulares, heterogéneas y con períodos de déficit hídrico. Los especialistas del INTA desarrollaron recomendaciones prácticas y útiles para abastecer la hacienda y evitar pérdidas.
“Con las lluvias ocurridas en los últimos días, se espera que mejoren los rebrotes y repunte la oferta de forrajeras pero, si esto no ocurre, –advierte el informe de Clima y Agua– se atrasaría y comprometería el éxito de los servicios de las vacas de cría”.
La nutrición es uno de los principales factores que determina el éxito productivo en los sistemas, ya que de ella depende el porcentaje de preñez, el desarrollo adecuado de los terneros y la sanidad de los rodeos.
En este contexto, Juan Pablo Nemoz –técnico del INTA Azul, Buenos Aires– destacó la importancia de “actuar temprano y rápido para evitar que la situación se agrave”. Si bien algunas de las prácticas paliativas pueden ser difíciles de aplicar o de alto costo es preferible “invertir lo necesario para evitar pérdidas mayores”.
Para ello, recomendó “realizar un diagnóstico que incluya información productiva y económica que permita tomar las medidas adecuadas”. El productor necesita detectar las vacas preñadas y vacías, cuantificar el grado de reservas corporales, el estado de crecimiento de los terneros y evaluar los recursos forrajeros y financieros disponibles.
Una vez realizado esto, el productor deberá disminuir la carga animal mediante, por ejemplo, un destete anticipado para disminuir los requerimientos nutricionales de la madre, clasificar las vacas vacías. “Es conveniente prescindir, en primer lugar, de las viejas y en celo”, aseguró el técnico.
Además, se deberá cubrir el déficit de forraje mediante la compra de alimento para lo que resulta indispensable tener en cuenta su valor nutritivo y la manera de suministro. “Los granos –maíz, sorgo y cebada– y los subproductos como el afrechillo y la raicilla de cebada tienen un alto valor nutritivo y permiten recuperar el estado corporal de los vientres con poca cantidad”, explicó Nemoz.
En el caso de que la hacienda no esté acostumbrada a su consumo, se deben establecer períodos de acostumbramiento con incremento gradual del suplemento. Otra alternativa son los rollos de pasturas o de rastrojos de trigo y soja. “Estos resultan ser caros en relación a su bajo valor nutritivo y, además, al ser secos los animales demandarán más agua”, indicó el especialista.
Otra alternativa es el pastoreo directo de cultivos de verano –maíz, soja, sorgo– para permitir la recuperación de otros lotes de uso ganadero.
Para evitar los problemas sanitarios, Nemoz sugirió evitar el pastoreo de los potreros entecadores a fin de disminuir el consumo de hojas de duraznillo blanco disponibles en los suelos.
“La falta de lluvia incrementa el riesgo de muerte de animales por alta concentración de Nitratos y Ácido cianhídrico presente en las plantas de sorgo. Por lo que se recomienda introducir pocos animales y observar su comportamiento, pastorear a partir de los 50 cm de alto, no utilizar animales hambreados y dejar remanente”, explicó.
Almacenar agua para cuando falte…
“En esta zona, toda el agua subterránea proviene de la lluvia”, explicó el Mario Basán Nickish, técnico del INTA Reconquista y coordinador del programa Manejo Integrado del Agua para la Agricultura Familiar y Productores de Áreas de Secano. Con un régimen normal de lluvias, se recargan las zonas más permeables y, por el contrario, en años con baja pluviometría, el nivel de la napa y la calidad del agua subterránea descienden.
Por eso, consideró el especialista, “es importante recargar acuíferos, ya sea de manera natural o artificial, con perforaciones doble propósito y facilitando el escurrimiento superficial, aún con lluvias de baja intensidad, para mejorar y almacenar el agua para los períodos críticos”.
De acuerdo con Basán Nickish, además de la recarga de acuíferos, existen otras estrategias técnicas sustentables que están evaluándose en esa región santafesina y que van desde “sistematizar toda una cuenca de aporte donde haya un suelo conveniente, con alto porcentaje de arcilla, para llenar represas” hasta la utilización de perforaciones “doble propósito, para circular y para captar el agua de lluvia en el mismo punto”. De este modo, es posible mezclar el agua superficial con la subterránea.
La Güeya, el establecimiento de Lahitte, hospedó ensayos desde 1995 con sistemas de extracción del tipo “patas de araña”, caracterizados por múltiples perforaciones distantes entre sí, puesto que “el error más grave es provocar una fuerte extracción de agua en un solo punto”, indicó el productor. Asimismo, debe implementarse un bombeo lento, ya que la utilización del molino a media rienda permite captar el agua de mejor calidad. “Esa es la clave”, dijo Lahitte, “porque la extracción violenta provoca una gran depresión y entra agua salada, que es la más profunda, pero así se saliniza la aguada y se arruina todo”. “La estrategia es que las perforaciones funcionen con un solo molino que saca, gradualmente y despacio, para no deprimir la napa, un agua de muy buena calidad a seis u ocho metros. Es algo muy simple que puede hacer cualquier productor”, agregó Basán Nickish.
Las sucesivas experimentaciones llevaron a una versión superadora de este sistema, considerando que la extracción artificial de agua de napa debe mantener el equilibrio de la recarga natural: “Si se saca agua en forma artificial también hay que tratar de introducirla en forma artificial, para compensar”, expresó Lahitte. Este concepto subyace en la actualmente llamada “cosecha de agua”, consistente en una sistematización de canales para hacer escurrimiento y focalizar el agua de lluvia en el lugar de extracción. “Así es posible combinar captura, cosecha e infiltración en la misma perforación y nos está dando muy buenos resultados”, añadió. Si bien ya existía cosecha de agua mediante represas de infiltración, la innovación en este caso radica en utilizar el mismo caño de toma del molino para enviar agua hacia abajo. “El ingreso de agua de lluvia disminuye las altas concentraciones de sales del acuífero, permitiendo una mezcla que disminuye la salinidad”, afirmó Dora Sosa, geóloga del INTA.
Además, dijo, “obtener agua subterránea a partir de estas obras posibilita su filtrado natural, una temperatura agradable y su almacenamiento dentro del acuífero disminuye los efectos de la evaporación, sobre todo en verano, con temperaturas ambiente que superan ampliamente los 40 °C”. Por su parte, Basán Nickish destacó que hay una gran cantidad de variables que se evalúan en esos sistemas, para lo cual cuentan con un instrumental que incluye una estación meteorológica automática, un freatígrafo digital que almacena los datos y registra la evolución del nivel de la napa en función del bombeo y de la presión atmosférica y un caudalímetro en el molino para evaluar cuánta agua se succiona. No obstante, subrayó el especialista, para los ganaderos acostumbrados a hacer pozos o perforaciones para extraer agua y dársela a los animales, el principal problema no está en la disponibilidad sino en la calidad del agua subterránea y su efecto en la ganancia de peso.
En este sentido, los expertos sostuvieron que, si la calidad es mala, no hay planteo nutricional que valga. “En estas zonas abundan los sulfatos, muy perjudiciales para cualquier ganado, porque no permiten fijar los nutrientes por más que se alimente con una comida de mucha calidad”, dijo el técnico del INTA, “por eso es tan importante brindarle al animal un agua de buena calidad, que tenga de dos a cuatro gramos de cloruro de sodio y muy bajo porcentaje de magnesio y sulfato”. En cuanto a los costos, los referentes coincidieron en que se trata de un sistema más económico que el tradicional. “Hoy hacer un pozo calzado cuesta entre 30 y 35 mil pesos, mientras que un sistema de patas de araña cuesta el 10% de ese valor”, comentó Lahitte. Por esto consideró que su escasa adopción está relacionada con un problema cultural.
“A veces, por no arruinar el lote, se rechaza la idea de hacer canales o zanjas, pero hay que sacrificar alguna parte del portero para utilizarla como área de captación, que igualmente sirve para pastoreo natural, pero no para sembrar”, explicó el productor. Y añadió, irónicamente: “¿De qué sirve tener toda la superficie plana, lisa, hermosamente nivelada, si después no hay agua para los animales?”
Fuente: Inta Informa