¿Sabe usted como se mide la lluvia?

La experiencia nos arroja un hábito coloquial que nos permite hacer cálculos preliminares y más o menos aproximados de la cuantía de un fenómeno, como en éste caso la lluvia. La “gente de campo”, tiene mayor habilidad para hacer un registro visual de las precipitaciones, pero mucho mejor que estimar, es medir. 

El milímetro: unidad de medida universal de la lluvia

Si le preguntamos a un pequeño que esté en quinto grado de la escuela primaria, seguramente ya habrá tenido contacto con una regla graduada y manejará a la perfección de que se trata cuando hablamos de milímetro. Con los adultos en muchos casos, la pérdida de contacto con elementos de medición y con la vida cotidiana, pueden perderse conocimientos muy básicos. Sea cual fuere el caso, no hay discusión sobre ésto, y se sabe que un milímetro es sencillamente la décima parte de un centímetro, y parece ser que ésta última medida si está más familiarizada con la gente y para decirlo de algún modo ordinario pero efectivo: “EL CENTÍMETRO TIENE MAS FAMA QUE EL MILÍMETRO”.

Regla graduada en cm

Ahora bien, ¿qué relación tiene el milímetro con la lluvia y la cantidad de agua acumulada?

Si en una superficie determinada, como por ejemplo:  10 m2 (metros cuadrados) , se pudiera juntar toda el agua sin que se filtre, escurra ni evapore una sola gota; una lluvia  de 10 milímetros  nos permitiría acumular exactamente a 100 litros de agua.

En el ejemplo dado la lectura sería sencilla y fácil de realizar, sin embargo es imposible saber exactamente cuánto llovió en un campo, en una ciudad, etc, etc. Es decir en una unidad de superficie mucho mayor, la cuestión se complicaría bastante. Por ejemplo sería muy difícil poder guardar toda el agua de precipitación de 10.000 m2 (1 hectárea), para calcular el volumen total de agua. Entonces en la práctica lo mas sencillo es asumir que, en cada punto de esa superficie, la lámina de precipitación medida es constante. Si tomamos como ejemplo una lluvia de 10 milímetros  sobre 10000 m2. De esta manera podemos calcular a partir de una magnitud lineal una volumétrica. Siguiendo con el ejemplo, 10 milimetros, es decir 0,01 metro, multiplicado por una superficie de 10000 m2, es igual a 100 m3 de agua y éstos  equivalen a 100000 litros.

Por lo tanto para tener  noción de la magnitud de una lluvia y para simplificar la tarea de meteorólogos, o  de productores agropecuarios,  se universalizó la toma del dato de la lluvia, como lámina en milímetros (h), acumulados en un recipiente (pluviómetro).

Ahora repasemos éstos datos conceptuales de manera más detallada y formal a través de un procedimiento standard, como si usted fuera el encargado de un servicio meteorológico. Aunque suene repetitivo, esta es la mejor forma para fijar el conocimiento  y lograr así redondear el tema sin que queden dudas al respecto.

Elementos para medir la lluvia

EL Pluviómetro

La cantidad de lluvia que cae en un lugar determinado, se mide con  un pluviómetro, y se expresa en milímetros de agua. Para tener una noción aproximada de sus valores normales, podemos decir, que en un lugar geográfico de clima húmedo, el valor anual acumulado de precipitación es aproximadamente de 1000 mm. Mientras que en un lugar semiárido oscila entre 300 y 600 mm. y en una región desértica difícilmente  supere los 150 mm anuales.

Tipos de pluviómetros

Pluviómetro manual: es un indicador simple de la lluvia caída, consiste en un recipiente  cilíndrico y de sección uniforme, por lo general de plástico trasparente, con una escala graduada. La altura del agua que llena la jarra es equivalente a la precipitación y se mide en mm.

PLUVIOMETRO 1
Pluviómetro manual

Pluviómetro totalizador: se compone de un embudo, que mejora la precisión y recoge el agua en un recipiente graduado. El instrumento se coloca a una determinada altura del suelo y un operador registra cada 12 horas el agua caída. Con este tipo de instrumento no se pueden definir las horas aproximadas en que llovió.

Pluviometro 2
Pluviómetro totalizador

Pluviógrafo de sifón: consta de un tambor giratorio que rota con velocidad constante, este tambor arrastra un papel graduado. En la abscisa se tiene el tiempo y en la ordenada la altura de la precipitación pluvial, que se registra por una pluma que se mueve verticalmente, accionada por un flotador, marcando en el papel la altura de la lluvia.

Pluviógrafo
Pluviógrafo de sifón

Pluviógrafo de doble cubeta basculante: el embudo conduce el agua colectada a una pequeña cubeta triangular doble, de metal o plástico, con una bisagra en su punto medio. Es un sistema cuyo equilibrio varía en función de la cantidad de agua en las cubetas. La inversión se produce generalmente a 0,2 mm de precipitación, así que cada vez que caen 0,2 mm de lluvia la báscula oscila, vaciando la cubeta llena, mientras comienza a llenarse la otra.

 

A partir de la medición obtenida con el pluviómetro, la lluvia se clasifica según su intensidad como lo indica la siguiente tabla:

Clase—————- Intensidad media en una hora (mm/h) 
Débiles————————- ≤ 2 
Moderadas——————- > 2 y ≤ 15 
Fuertes———————— > 15 y ≤ 30 
Muy fuerte——————–>30 y ≤ 60 
Torrenciales—————— >60 

Clasificación de precipitaciones acuosas

1) Lluvia: es un término general para referirse a la mayoría de precipitaciones acuosas. Puede tener cualquier intensidad, aunque lo más frecuente es que sea entre débil y moderada.

2) Llovizna: lluvia muy débil en la que a menudo las gotas son muy finas e incluso pulverizadas en el aire. En una llovizna la pluviosidad o acumulación es casi inapreciable. Popularmente se le llama garúa, orvallo, sirimiri, o calabobos.

3) Chubasco o chaparrón: es una lluvia de corta duración, generalmente de intensidad moderada o fuerte. Pueden estar acompañados de viento.

4) Tormenta eléctrica: es una lluvia acompañada por actividad eléctrica y habitualmente por viento moderado o fuerte, e incluso con granizo. Las tormentas pueden tener intensidades desde muy débil a torrenciales, e incluso a veces son prácticamente secas. Oficialmente se clasifica como día de tormenta aquél día en el que al menos un observador oye un trueno.

5) Aguacero: es una lluvia torrencial, generalmente de corta duración.

6) Monzón: lluvia muy intensa y constante propia de determinadas zonas del planeta con clima estacional muy húmedo, especialmente en el océano Índico y el sur de Asia.

7) Manga de agua o tromba: es un fenómeno meteorológico de pequeñas dimensiones pero muy intenso, que mezcla viento y lluvia en forma de remolino o vórtices.

8) Rocío: no es propiamente una lluvia, pero sí una precipitación acuosa. Se forma en las noches frías y despejadas, por condensación de la humedad del ambiente.

En fin ahora tenemos un panorama mayor acerca de como se puede medir la lluvia. Hemos presentado una forma práctica para lograr su medición, aunque esto requiere de aparatos de mediana complejidad.

¿Se puede hacer un pluviómetro casero?

La respuesta es afirmativa. Cualquier persona con un poquito de interés, creatividad y disposición puede diseñar su mejor sistema para medir la h= lámina en milímetro de lluvia, a partir de un dispositivo casero. Lo importante es no cometer errores conceptuales en su fabricación, instalación y manipulación que nos arroje lecturas incorrectas.

Antes de entrar en detalles, debemos tener presente, que el instrumento otorgará una medición que será representativa solo de ese lugar geográfico o zona aledaña en la que consideremos que tenga alcance y validez su medición. Si se dispone de un solo medidor, es decir que no hay dentro de esa superficie un segundo instrumento. Cuando efectuemos la lectura, ésta será representativa de toda el área en cuestión, como por ej. un campo. Si se observa el pluviómetro y éste arroja 15 milímetros luego de terminada la lluvia, se  asume que ese valor es representativo de toda la unidad. Sin embargo, si necesitamos tener mayor precisión sobre la lluvia acontecida dentro de cada parcela, es mejor disponer de un mayor número de recipientes,  equitativamente distribuidos, por los lotes del campo, ya así estará mejor estará cubierta la realidad pluviométrica  del lugar.

Ubicación

Para que la lectura arroje el menor error posible debido a gotas que son obstaculizadas, el pluviómetro casero debe estar colocado en un lugar lo mas abierto posible. Nunca debajo de un techo, cable,árbol, alero o cualquier obstáculo que pueda impedir total o parcialmente el ingreso del agua dentro de la jarra de medición.

Ubicación: alejado de cualquier objeto que pueda obstaculizar el libre llenado del pluviómetro

Conceptualmente es deseable  que el jarro medidor capture  la mayor cantidad de  lluvia posible, pero que ésto solo lo haga a través de su boca, y sin ninguna otra fuente de aporte (canaleta, techo, ropa que escurre, rebote de gotas, etc, etc).

Apoyo y sujección

El jarro debe mantener una linea vertical, es decir perpendicular respecto a la superficie del suelo. También  debe estar sujeto de manera segura al lugar elegido a tal fin para evitar que se vuelque por efecto del viento.  Es muy recomendable evitar que esté apoyado directamente sobre el suelo o a una altura menor de un metro y medio, ya que podría ser abordado por por  animales y ser dañado o usado para el consumo de agua por aves. También podría ser atropellado fácilmente por un un rodado de manera accidental.

Aún no sucediendo alguno de éstos eventos,  es mejor que se encuentre a dicha altura para favorecer la visión cómoda del usuario y también evitar un posible rebote del suelo de las gotas que luego puedan incorporarse al jarro y aumentar la verdadera lectura.

Construcción 

Hay distintos prototipos caseros, pero yo recomiendo que se utilice una  jarra o tarro de superficie lisa y pulida, para que no se den al azar rebotes que puedan modificar la medición, y que sea un cilindro de sección uniforme y constante.

Material

Puede ser de  acero inoxidable, latón, vidrio o plástico, es indistinto, lo importante es que, en su interior sobre todo, posea una textura pulida para evitar rebotes de gotas indeseables y microrelieves que puedan variar la lectura de agua acumulada. Los de acero inoxidable son resistentes a las abolladuras o daños por granizo. Los de latón sufren oxidación prematura y ésto puede terminar por agujerear el recipiente o producir rugosidades indeseables, pero tienen la ventaja de ser muy baratos y fáciles de conseguir, tienen una resistencia a los golpes por granizo aceptable. Junto con los de acero inoxidable tienen la desventaja de ser opacos y el usuario pierde el beneficio de la transparencia. Los de vidrio y plástico transparente tienen la ventaja de poderles agregar una escala graduada externa y así tomar directamente la lectura in situ. Pueden sufrir daños más fácilmente y los de plástico sobre todo son sensibles a la degradación por los rayos ultravioleta, por lo tanto hay que reponerlos cuando se estime

que llegaron al final de la vida útil.

Reducir la evaporación

Hay que tener presente que los materiales expuestos al sol directo pueden recalentarse y aumentar la evaporación de la lluvia acumulada, por lo tanto  se debe tener presente éste aspecto y sobre todo en verano, para achicar al mínimo posible su incidencia en el error.

En el caso de jarros de chapa pueden pintarse con esmalte blanco, lo que hace reducir el calentamiento de manera notoria, o bien puede ponerse un segundo jarro externo protector siempre y cuando este no sobresalga al borde superior del que usamos para la medición y pueda entorpecer  el normal llenado y la incorporación de las gotas de lluvia en el émbolo que llevará el agua acumulada. También se puede disminuir sensiblemente el efecto de la evaporación, tomando el dato lo más cercano posible a la culminación de la lluvia.

Dimensiones

Independientemente de las mismas lo importante es que tenga igual superficie de boca, al centro y a la base. Sencillamente que sea un cilindro de circunferencia constante. Es mejor si tiene más de 20 cm de altura, y una boca de 7 u 8 cm de diámetro.   La altura del tarro no debe ser lo suficientemente baja como para que el rebote de sus gotas caigan fuera de ésta o en sentido inverso, gotas que hallan caído fuera del tarro pudieran rebotar y caer dentro del mismo. Además si fuera un recipiente muy pequeño enseguida se rebalsaría de producirse una lluvia de extrema abundancia  y nos obligaría a tomar datos, a cortos intervalos de tiempo, e ir vaciando el recipiente.

Procedimiento de lectura

En los jarros transparentes basta con observar la película de agua más alta y donde ésta se proyecta sobre la regla graduada en milímetros y listo. En los opacos puede resultar un poco más complicado y es preferible transportarlos a un lugar más cómodo en dónde ayudados de un palillo muy fino y de madera balsa colocado  vertical y apoyado sobre el fondo del jarro intentaremos visualizar dónde toca la parte superior de la masa líquida con dicho elemento y luego sin perder de vista dicho punto, nos resta aproximar el extremo mojado del palillo a la regla graduada para cotejar los milímetros acumulados. 

¿Cómo tomo las mediciones cuando hay temporal?

En el caso típico de una lluvia de corta duración que puede ser de  minutos, una hora, o menos de un día, no hay problema,  como el pluviómetro está vacío antes de la lluvia y luego el tiempo se despeja y no hay amenaza de una nueva precipitación,  basta con tomar la lámina acumulada una vez concluida la lluvia y listo.

Pero cuando acontece un temporal, sucede que el tiempo permanece húmedo con lloviznas o lluvias de variable intensidad, y no está tan claro el momento del comienzo y del final de la misma, porque sigue lloviendo. Entonces lo que se hace en la práctica de manera formal es tomar el dato  a horarios fijos cada día, por ejemplo a las 9 de la mañana y teniendo la precaución de vaciar el pluviómetro una vez que éstos son tomados.

Nunca debe tomarse la medición cuando se está produciendo una copiosa lluvia, ya que nos estaríamos privando del registro de algunos milímetros mientras sacamos el pluviómetro y lo llevamos a un lugar más cómodo  para el registro. Si hay una llovizna no es demasiado importante lo poco que pueda perderse en el transcurso  de medir la lámina y volver a colocar el pluviómetro en su lugar de medición, ya que nos llevaría apenas un minuto, y se considera despreciable la  traza de dato que deje de computarse en ese diminuto lapso.

Cotejar con otras fuentes en caso de duda

A pesar de haber seguido al pié de la letra los argumentos y consejos para construir un pluviómetro y medir la lluvia de manera acertada, siempre hay lugar a la duda, y si a eso se suma que el operario tiene muy poca experiencia en mediciones y en observación de las precipitaciones a simple “ojo humano”, entonces es normal que se genere una sana incertidumbre acerca de la validez o no,  del  elemento de medición que se intenta manipular y que acaba de ser construido de manera artesanal. Para esos casos, no viene nada mal cotejar las mediciones propias con las ajenas, y si éstas provienen de lugares cercanos y de fuentes seguras, mejor todavía. Comprobar que uno hace las cosas bien, requiere muy poco tiempo y nos permite luego tomar las mediciones y hacerlas con mayor seguridad y así disminuir aún mas cualquier fuente de error.

Anotar las mediciones

¿De que vale un dato, por preciso que éste sea sino es registrado, asentado o computado en una planilla, libreta, etc?

El registro de las lluvias por día, por mes y por año, décadas, etc, puede brindarnos  una valiosa información que nos permita tomar decisiones, como por ejemplo posponer la siembra de un cultivo, o cambiar a uno que sea más eficiente en el uso del agua, etc, etc. Los datos confiables y analizados por personas con criterios técnicos adecuados,  realmente aportan soluciones de costo = 0. Por el contrario si no existen registros  se trabaja sobre la incertidumbre y la producción deja de ser una gestión y pasa a convertirse en una “ruleta azarosa de prueba y error”.

Ahora  creo que estamos en condiciones de  medir de manera mas o menos precisa  un acumulado de precipitación. Eso si falta algo fundamental y no menos importante:

“Que llueva”….

 Edición: Gastón H. Pepa-(Agrónomo)-Sección El Campo- Córdoba times