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miércoles 12 marzo 2025

La siembra directa pierde terreno y urge un ajuste de tuercas para su vigencia

El CampoLa siembra directa pierde terreno y urge un ajuste de tuercas para su vigencia

El paradigma agrícola que modificó el mapa productivo argentino  contribuyó sobremanera a un mejor manejo del recurso hídrico en el suelo, empezó a retroceder.

No solo ésto preocupa a las principales multinacionales que se beneficiaron sobremanera con la comercialización de agroquímicos indispensables para el control de malezas; sino que también toca a los productores,  que tendrán que abrir la paleta de soluciones productivas,  y replantearse estrategias,tranqueras adentro de la unidad productiva.

¿Negar el problema  o ajustar el manejo?

Parece muy alocado plantear a priori, la salida definitiva del sistema. Sin embargo, en pos de mantener las ventajas que han otorgado a ésta práctica su éxito, habrá que hacer ajustes para que los costos crecientes en el control de maleza, y la pérdida de eficacia de los herbicidas que han solventado la siembra directa, puedan brindar una solución que sea económica y sustentable para los productores.

El motor que empujó a la Argentina en los últimos 15 años está algo gastado y requiere de un urgente ajuste de tuercas. La soja transgénica, el herbicida glifosato y la siembra directa formaron un combinado ideal que aporta cada año 30.000 millones de dólares a la economía. Desde hace un tiempo, sin embargo, este equipo encuentra rivales cada vez más fuertes en las malezas resistentes. Hay un dato que muestra la crisis en toda su dimensión: por primera vez en la historia cayó la superficie agrícola bajo siembra directa.

Los técnicos de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, que acaban de concluir un Relevamiento de la Tecnología Agrícola Aplicada en la campaña agrícola 2102/13, detectaron que la aplicación de la técnica de la siembra directa había descendido de 94% a 92% del área ocupada por los seis principales cultivos. No sería relevante si no fuera la primera vez que sucede. Desde que se introdujo en el país, en el ciclo 1977/78, la Siembra Directa nunca dejó de crecer.

¿Qué sucedió?

Como los piojos frente a los piojicidas o los virus frente a los antibióticos, varios yuyos en el campo han ido ganando resistencia frente a la aplicación del glifosato, el herbicida que los mataba y dejaba en pie solamente las plantas de soja RR, modificada genéticamente para resistir ese agroquímico. La Siembra Directa se popularizó en el país desde 1998 justamente porque existía la dupla previa. Esta técnica consiste en abandonar el arado, la famosa “labranza cero”. Antes de su difusión, los productores removían el suelo sobre todo para erradicar todo tipo de malezas. Pero esa práctica tenía consecuencias graves, pues favorecía la erosión de los campos.

“Es un retroceso que algunos lotes se vuelvan a mover para poder controlar las malezas. Pero la mayoría de esos casos son por falta de conocimientos. En el apuro por resolver un problema, algunos productores vuelven a la prehistoria, hacen lo que hacían hace 15 años”, reconoció Martín Marzetti, gerente de la Red de Conocimiento de Malezas lanzada por AAPRESID, la entidad que impulsó la siembra directa en el país. Según el técnico, existen tratamientos efectivos con otros herbicidas que se complementan con el glifosato. Pero, claro, el tratamiento resulta ser bastante más caro y complejo. Por eso hay chacareros que vuelven a mirar con cariño su viejo arado.

Las malezas resistentes, con “la Rama Negra” a la cabeza, han aparecido en todas las zonas agrícolas, pero sobre todo en el NOA, el NEA y Córdoba. Por ahora pierden el partido, pero a costa de un incremento de los costos y de una complejización de un negocio que se había relajado por contar con una delantera tan poderosa como la de Messi, Agüero e Higuaín.

“Ahora hay que poner más técnicos por hectárea ”, recomendó Marzetti, quien se quejó porque en todos estos años las empresas e instituciones del sector “bajaron la guardia” y recién ahora se pusieron a buscar los repuestos necesarios para un motor que muestra sus primeros síntomas de fatiga.

Un debate productivo-técnico interesante…

¿Los productores desconocen herramientas para el control de malezas o las alternativas son poco viables desde el punto de vista económico_financiero?

No hay mayor verdad en el mundo agropecuario, que un análisis de sensibilidad en el “bolsillo de los productores”. Los herbicidas que proponen algunos técnicos para rotar junto con el glifosato, en muchos casos son caros y en otros están inasequibles al productor. Por lo tanto, no sería una cuestión de “falta de conocimiento” como plantea Martín Marzetti. El tema lo van a tener que analizar a fondo desde AAPRESID.

Es cierto que sería exagerado hablar de fracaso o de abandono de la Siembra Directa, pero que algo está pasando y ya no es tan sencillo revertirlo, está a la vista de todos. El productor siente el impacto del manejo directamente en su bolsillo, y un sector muy pequeño dejó el miedo atrás y los “arcaicos slogans”  que intentan asustar a los productores si éstos rehusan desarrollar a la siembra directa y comenzar con el control mecánico de malezas. También es cierto que no es la panacea, volver a dar vuelta la gleba, ya que esto haría germinar un banco de semillas que otrora no tenían posibilidad en un esquema de siembra directa. Y a su vez se estaría rompiendo con la estabilidad estructural del suelo, y el rastrojo sobre la superficie. Pero hay que entender que variables son más importantes cuándo el productor tiene problemas específicos. Y muchos productores no son los suficientemente viejos como para olvidar la utilidad que les otorga hacer un control mecánico de malezas.  Ellos saben que haciendo uso del arado, se controla más fácil algunas malezas que no se las puede frenar con los herbicidas habituales. Es cierto que en muchos casos, se llega tarde a aplicar herbicidas selectivos. Pero también es cierto, que el método mecánico ofrece una muerte   rápida, palpables y visible de algunas malezas perennes y anuales.

Otra alternativa que se presenta, es repensar si se puede seguir siendo netamente agrícola, o si conviene analizar la posibilidad de producir bajo un esquema mixto.

En cuestiones productivas, no “hay que casarse con nada”. Y no viene mal poner en duda, algunas cosas que se hacen, ya casi por costumbre y ni siquiera se las somete a juicio de sustentabilidad. A sabiendas de que los costos de aplicación de agroquímicos son cada vez más grandes, no viene mal la oportunidad para establecer pasturas perennes y dejar el suelo “quietito” pero sin la necesidad de estar constantemente pulverizando con herbicidas de distinto tipo. Para algunos ésto puede resultar descabellado e inviable, pero otros podrán pensarlo con más optimismo.

En cuestiones técnicas, productivas y económicas, no hay fanatismo que valga. Los agrónomos y profesionales dedicados al agro tendrán que revisar todas y cada una de las cuestiones implicadas. Lo que hasta hace unos años atrás, era indiscutido, hoy dejó de serlo. Y casualidades no hay, sino causalidades…

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