Asomado en el balcón de la basílica de San Pedro para la tradicional bendición “Utbi et Orbi” (a la ciudad y al mundo), recordó a “los niños que son las víctimas más vulnerables de las guerras”, pero instó también a pensar “en los ancianos, en las mujeres maltratadas y en los enfermos”.
Francisco rogó a Dios para que conceda la paz en los lugares del planeta azotados por la violencia como Siria, Irak, la República Centroafricana y Tierra Santa, entre otros. Ante la plaza de San Pedro, el papa comenzó citando el conflicto en Siria “que ha destrozado tantas vidas” y ha generado “odios y venganzas”.
También recordó la República Centroafricana, “a menudo olvidada por los hombres”, y pidió al Señor que “reine la paz también en aquella tierra, atormentada por una espiral de violencia y de miseria, donde muchas personas carecen de techo, agua y alimento, sin lo mínimo indispensable para vivir”.
Hizo además un llamamiento para que llegue la paz a Tierra Santa, donde se espera viajará el próximo año. No olvidó a Irak, y pidió para que “sanen las llagas de la querida tierra azotada todavía por frecuentes atentados”.
“Protege a cuantos sufren persecución a causa de tu nombre. Alienta y conforta a los desplazados y refugiados, especialmente en el Cuerno de África y en el este de la República Democrática del Congo”, fue otra las súplicas del pontífice.
El papa, que eligió la isla de Lampedusa como su primer viaje en Italia, pidió a Dios “que los emigrantes, que buscan una vida digna, encuentren acogida y ayuda”. “Que no asistamos de nuevo a tragedias como las que hemos visto este año, con los numerosos muertos en Lampedusa”, agregó.