Estos proyectiles han desencadenado una carrera armamentista entre las principales potencias del mundo, acelerada con las recientes pruebas realizadas por Moscú
La reciente prueba exitosa del misil Avangard por parte de Rusia se ha convertido en la última referencia a una creciente y desconcertante carrera armamentística que tomó impulso este año: la de las armas hipersónicas.
El Avangard no es el primero de este tipo testeado por Moscú, que este año también realizó un lanzamiento del Kh-47 M2 Kinshal (daga) y cuenta en sus arsenales con el arma antibuque 3M22 Zircon y el misil de crucero Kh90.
De esta manera, Rusia se atribuye ser el primer país en contar con estas armas operativas que presuntamente podrían superar cualquier escudo defensivo anti misiles.
Aunque no se conoce la existencia de misiles hipersónicos actualmente desplegados por Estados Unidos, el país se ha mantenido a la vanguardia de las investigaciones y desarrollo de esta tecnología desde sus inicios en la década de 1950.
Hoy, las investigaciones norteamericanas se centran en el Boeing X-51 Waverider, vehículo de investigación que se cree será la base del High Speed Strike Weapon (Arma de Ataque de Alta Velocidad, o HSSW).
China es el tercer gran actor en esta carrera y avanza sobre su misil DF-ZF (conocido en occidente como WU-14), pero también la India se encuentra desarrollando junto a Rusia su propio misil, el Brahmos-II, y existen proyectos en el Reino Unido y Alemania.
¿Pero qué son exactamente estas armas, cómo funcionan y por qué se cree que son el futuro de la tecnología militar?
Técnicamente, un misil (o aeronave) hipersónica es aquel que se traslada a más de cinco veces la velocidad del sonido, es decir MACH 5 o 6.174 kilómetros por hora.
En comparación, los cazabombarderos más rápidos vuelan a MACH 2 (2.469 km/hora), los misiles balísticos estadounidenses Minuteman III a MACH 23 (28.400 km/hora) y los misiles de crucero lo hacen a una velocidad cercana al MACH 1 (1.234 km/hora). Según informó Rusia este jueves, en su última prueba el Avangard llegó a una velocidad de MACH 27 (32.202 km/hora).
Pero más allá de números, los misiles hipersónicos se caracterizan por alcanzar un punto medio entre los misiles de crucero y los balísticos, ambos desarrollados durante la Guerra Fría.
Los de crucero, como los Tomahawk estadounidenses o el Kalibr ruso, están propulsados por turbinas convencionales y son relativamente lentos y de corto alcance pero muy precisos ya que pueden realizar maniobras, cambiando curso y altitud, y alcanzar sus blancos desde diferentes ángulos a través de sus avanzados sistemas de navegación. Pueden llevar cargas de explosivos convencionales o bien artefactos nucleares.
Por su escasa velocidad son vulnerables a los cazas o los escudos antimisiles como los Patriot o Thaad estadounidenses o los S-300 y S-400 rusos. Pero, al mismo tiempo, su costo es relativamente bajo y se suelen utilizar en grandes números, por lo que su uso suele ser táctico (es decir contra blancos militares o logísticos).
En el ataque de Estados Unidos, el Reino Unido y Francia lanzado en abril contra objetivos en Siria se lanzaron decenas de misiles de crucero y lo sirios y sus aliados rusos dijeron haber derribado casi la mitad de ellos.
Los misiles balísticos, de corto, mediano y largo alcance, están propulsados por cohetes y alcanzan velocidades extremas por afuera de la atmósfera, especialmente en sus variantes intercontinentales (ICBM, desplegados sólo por Rusia, Estados Unidos, Reino Unido, Corea del Norte, China y la India), que los convierte en casi imposibles interceptar por cualquier sistema defensivo existente y tienen un alcance casi planetario.
Al mismo tiempo, su precisión es mucho menor ya que no pueden cambiar de rumbo ni maniobrar sino que cumplen una ruta preestablecida y describen un arco en su trayectoria a través de distancias también extremas.
Aunque algunos ICBM avanzados cuentan con ojivas múltiples, es decir que en vuelo pueden lanzar ataques contra diferentes blancos, aún así su precisión es tan baja y su costos tan altos que su operación sólo se reserva para ataques nucleares contra ciudades, es decir un uso estratégico.
En este contexto, los misiles hipersónicos llenan un espacio: aunque sin llegar a las velocidades extremas de los misiles balísticos, son lo suficientemente rápidos para no poder ser interceptados, pero al mismo tiempo pueden maniobrar y modificar su rumbo como los misiles de crucero y alcanzar altos niveles de precisión.
Al igual que los misiles de crucero, se espera de esta manera que los hipersónicos cumplan una función táctica, pero a una escala mucho mayor y redefiniendo en parte el campo militar del futuro.
Por ejemplo, los misiles hipersónicos pueden ser usados para realizar un ataque de precisión contra un blanco militar o político a más de 10.000 kilómetros de distancia que el enemigo no podrá detener, o también para alcanzar y hundir un portaaviones navegando en el medio del mar sin que pueda hacer nada para defenderse e incluso se especula con que puedan ser disparados desde el espacio.
Todo eso sin el alto costo y el daño colateral incalculable vinculados al lanzamiento de un ICBM con cabeza nuclear.
Al momento existen dos variantes que se encuentra operativas o en desarrollo.
Los misiles hipersónicos de crucero usan motores avanzados de tipo SCRAMJET, variantes avanzadas de las turbinas de los jets, y funcionan como los misiles de crucero convencionales, pero a velocidades superiores a MACH 5 y volando en la atmósfera.
En tanto los misiles de planeo hipersónico están montados sobre un cohete convencional, similar al que propulsa un ICBM, y son liberados por encima de la atmósfera para luego planear también a altas velocidades hasta su objetivo.