Virginia Gamba tiene más de 30 años de experiencia en la ONU y organizaciones internacionales en temas como desarme, paz y seguridad.
El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, nombró hoy como su representante especial para los niños y los conflictos armados a la argentina Virginia Gamba, una mujer con más de 30 años de experiencia en la ONU y organizaciones internacionales en temas como desarme, paz y seguridad.
Desde que asumió como secretario general a principio de año, Guterres -un hombre que dirigió la agencia de la ONU para refugiados durante años- se ha concentrado en su promesa de reforzar la protección de la población civil en las zonas de conflicto armado, una deuda nunca resuelta de las Naciones Unidas.
El vocero de Guterres, Stéphane Dujarric, anunció que Gamba asumirá ese cargo y abandonará su puesto anterior, el de asistente al secretario general de la ONU y directora del Mecanismo Conjunto de Investigación de las Naciones Unidas y de la Organización para la Prohibición de Armas Químicas, un órgano conjunto creado en 2015 para investigar varias denuncias de ataques químicos en la guerra en Siria.
Este órgano será el responsable de investigar el presunto ataque con gas sarín contra la localidad de Khan Shaykhun de la semana pasada que desató el primer bombardeo estadounidense contra el Ejército sirio y una nueva batalla diplomática entre las potencias occidentales y Rusia.
Gamba es una profesional con experiencia en trabajos sensibles y marcados por la tensión, tanto en la escena internacional como en Argentina.
Entre 2009 y 2012 fue la subdirectora para Seguridad del Instituto de Seguridad Pública de la ciudad de Buenos Aires. Asesoró a la cartera de Seguridad de la capital y trabajó en la organización de la escuela de la Policía Metropolitana.
Antes de eso, Gamba se había especializado en desarme.
Fue directora del Programa de Desarme y Resolución de Conflictos de la ONU en Ginebra entre 1992 y 1996, dirigió varias organizaciones vinculadas a este tema en Sudáfrica entre 1996 a 2007. En 1995, como parte de la organizacion Pugwash, recibió el premio Nobel de la Paz por impulsar y defender el desarme nuclear en todo el mundo.
Tras su paso por la ciudad de Buenos Aires, la especialista en estrategia volvió a la escena internacional como subdirectora primero y luego directora de la Oficina de la ONU para Asuntos de Desarme. Trabajó allí hasta 2015, cuando fue convocada para investigar uno de los elementos más sensibles e incendiarios en términos políticos de la guerra siria: los ataques químicos contra población civil.