Todos los detalles de la Alta costura de París

El nuevo lujo irrumpió en trajes de color, vestidos con flecos, moños, bordados y transparencias.

Las enmascaradas de la moda. Surrealista y teatral, máscaras, antifaces, singulares anteojos y hasta un make up especial para que la moda sea vista desde otro punto, más lúdico y llamativo. Retro a un óptico setentoso, en la mira a un futurismo en tornasol o un delicada superposición de tules de efecto tridimensional y modelos más carnavalesco. Jean Paul Gaultier, Dior y Viktor & Rolf, se jugaron a que se viera de otro modo.Como siempre, el desfile de Chanel tuvo lugar en el Grand Palais. Que ya no fue pista de despegue de un cohete, ni parque eólico, tampoco laberinto de espejos como en presentaciones anteriores. Esta vez se convirtió en el parque de Versailles, con sus glorietas, fuentes y plantas soberbias. En este escenario, destacaron los tailleurs en total tweed (hasta para las botas), las faldas de estampas acuareladas, los tocados con tules, las transparencias y los brillos en paillets.

Una vez más se mostró por qué París es la cuna de la haute couture: por el minucioso trabajo del bordado de piedras sobre telas transparentísimas de los libaneses Elie Saab y George Hobeika; el aplique de plumas de Chanel y los flecos de Schiaparelli, Givenchy y Proenza Schouler; pasando por el juego óptico de Dior y la maestría tridimensional de Iris van Herpen; y llegar -o incluir- una simplificación contemporánea que se acerca a cierto prêt-á-porter (que no renuncia a lo artesanal) de Valentino, Giambattista Valli y los trajes de Jean Paul Gaultier. Un mix interesante, que difumina la frontera entre la alta costura y el prêt-á-porter. Todo en una oda a lo artesanal, siempre con la puesta en valor del fait à la main francés.

Maria Grazia Chiuri volvió a lucirse sobre una pasarela damero por la que desfiló una colección inspirada en los inicios surrealistas de Christian Dior con su modelo fetiche, la artista argentina Leonor Fini, y se destacó con las máscaras del sombrerero Stephen Jones. Y Chanel regresó al Grand Palais para convertirlo en un gran jardín como en Versailles y recrear su eterno tweed. Lo mejor, lo destacado. Con todo, se perfila una nueva estética de la alta costura.

Lo destacado

El sesentismo de Gaultier.

En homenaje a Pierre Cardin (quien observó las pasadas desde la primera fila), el orientalismo puso un pie sobre una pasarela psicodélica. En una colección de amplio espectro, el creador fue por los colores vibrantes en un extremo y negro-blanco en el otro; combinó accesorios tribales, recurrió a géneros translúcidos y tramados, con flecos, volados y siluetas envolventes.

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El jardín de Lagerfeld.

Como siempre, el desfile de Chanel tuvo lugar en el Grand Palais. Que ya no fue pista de despegue de un cohete, ni parque eólico, tampoco laberinto de espejos como en presentaciones anteriores. Esta vez se convirtió en el parque de Versailles, con sus glorietas, fuentes y plantas soberbias. En este escenario, destacaron los tailleurs en total tweed (hasta para las botas), las faldas de estampas acuareladas, los tocados con tules, las transparencias y los brillos en paillets.

Chanel

 

Lo romántico según Ralph & Russo.

De las propuestas más naïf de la semana, predominaron los blancos y tonos pastel. El estilo barroco se expresó en los multivolados. Los flecos fueron la estrella, junto con las plumas y bordados de cristalería. La osadía corrió por cuenta de los tajos profundos y escotes en V pronunciados, incluso hasta dejar ver el ombligo.

Ralph & Russo

La óptica de Dior.

Fue una obra artística en sí misma que presentada en el Museo Rodin, con escenografía surrealista. Las modelos lucieron collares tatuados con frases de André Bretón: L’amour est toujours devant vous. Aimez!Au départ il ne s’agit pas de comprendre mais bien d’aimer. L’imaginaire c’est ce qui tend à devenir réel. Los dibujos geométricos, las estructuras con redes y transparencias y los bordados definieron el desfile más impactante.

Christian Dior

Las enmascaradas de la moda.

Surrealista y teatral, máscaras, antifaces, singulares anteojos y hasta un make up especial para que la moda sea vista desde otro punto, más lúdico y llamativo. Retro a un óptico setentoso, en la mira a un futurismo en tornasol o un delicada superposición de tules de efecto tridimensional y modelos más carnavalesco. Jean Paul Gaultier, Dior y Viktor & Rolf, se jugaron a que se viera de otro modo.

Christian Dior
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Viktor & Rolf

Transparencias al extremo.

Un paso más en levantar la bandera del feminismo: nipples al descubierto. Ganaron las transparencias en muchos diseñadores, como Bertrand Guyon para Schiaparelli que lo hizo en telas innovadoras: un tejido red hecho de tiras de seda procedente de bolsas de plástico. Dior, Ralph & Russo, Proenza Schouler y Givenchy, otros de los que apostaron al nipple baring.

Schiaparelli

Megamoños que delinean la silueta.

Dejaron de ser un detalle o accesorio para definir un diseño de alta costura en el new tayloring de Giorgio Armani, en un satén de factura impecable; en los importantes lazos que adornaron el cuello de los vestidos bordados de Elie Saab, y los XXL de Alexandre Vauthier realizados en el tartán de tendencia. Un protagonismo también visto en Alexis Mabille y Viktor & Rolf.

Giorgio Armani Privé
Elie Saab
Alexandre Vauthier

La gran ilusión del 3D.

La holandesa Iris van Herpen logró ese justo equilibrio entre la artesanía y la innovación tecnológica. No en vano la revista Time premió uno de sus vestidos como uno de los 50 mejores inventos de 2011. Y mostró su evolución cada vez más precisa, con su sastrería de ciencia ficción, futurista y a la vez orgánica, cortada a láser con irregularidades radiantes que resultan prints ópticos, estrictamente simétricos.

Iris van Herpen

Rarezas.

Incluido en los mitos y leyendas griegas en las que se inspiró George Hobeika, un melenudo león helénico llevado con un pantalón bordado con arabescos se abrió paso en la pasarela. Otro que llamó la atención, vestido repollo muy volado de Alexander Vauthier.

George Hobeika
Alexandre Vauthier

Pasarelas al pie.

Abotinados sobre plataformas talladas y otras transparentes, sandalias con medias, botas futuristas en material tecnológico u otras en cuero cortado en tiras, medias fuseaux con stilettos bordados en piedras, sandalias asimétricas con flecos a un sólo costado y medias en blanco y negro de Courrèges, algunas de las propuestas que acompañaron los vestidos de alta costura

George Hobeika
Chanel
Alexandre Vauthier

Flecos.

Una evocación alas divas del cine de los años 30, con guiños al charleston de los 20, todo con una sensibilidad étnica, los flecos aparecieron en las pasarelas. A través de este recurso, los conjuntos sumaron valor artesanal enriqueciendo los textiles con la inclusión de materiales no convencionales: plásticos, rafias, cintas y engomados. Así, los flecos lograron redefinir el nuevo lujo, ese que resquebraja la solidez de las prendas de primera calidad para hacerle espacio a elementos de otros universos.

Los flecos estuvieron presentes en diversas estéticas. Elsa Schiaparelli, Grimaldi